El DT que condujo la gran campaña de Defensa y Justicia llega a un club con la vara muy alta y un plantel bastante complicadito.
Sebastián Beccacece parte con una deuda respecto de otros entrenadores: nunca jugó profesionalmente al fútbol. De todos modos, en tiempos modernos aquella ventaja de ascendiente que era pararse delante de un plantel habiendo sido protagonista de éxitos y gladiador de mil batallas se viene licuando al influjo de figuras como Mourinho, Bielsa y aquí el mismo Holan, quienes con paso breve o nulo por las canchas igual pudieron convertirse en cabales líderes, capaces de convencer a sus jugadores.
La juventud de Beccacece no es tanta en su documento (39 años, edad de unos cuantos DT de hoy) como en esa apariencia juvenil, eléctrica y a veces descontrolada en sus movimientos al costado del campo. Entrena Inferiores desde los 20, hizo un largo aprendizaje en Perú, Chile y la Selección Argentina como ayudante de Sampaoli y fue técnico principal en una irregular campaña de la Universidad de Chile y una llamativa experiencia en Defensa y Justicia, con el que terminó la temporada peleándole el campeonato a Racing.
También llega a un escenario empedrado, difícil: el actual Independiente tiene la vara mucho más alta que el que tomó Holan y, antes de desdibujarse en su segunda temporada, recobró y puso en valor las imágenes de un equipo con fútbol y mística ganadora. Sus primeras palabras al ser presentado lo mostraron ubicado y humilde, en claro contraste con las últimas fotos de su antecesor, preso de un discurso soberbio y la brújula extraviada.
Los jugadores son flor de bichos, que escrutan al DT que llega, le toman el tiempo, lo examinan. Allí hay otro campo minado: Beccacece, a quien Messi ninguneó en una práctica de la Selección, probará rápido la diferencia entre un grupo cuyos referentes podían ser Barboza, Lisandro Martínez o Lolo Miranda y un plantel que viene de limpiar a un técnico querido por la gente y respaldado por el presidente.
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